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Bioética, autonomía y eutanasia

El correcto concepto de autonomía en las decisiones clínicas

Autor: Dr. José Enrique Gómez Álvarez.

Un tema tradicional de la Bioética es la llamada "eutanasia". La discusión parece interminable, y quizás lo sea, debido a la complejidad para tomar decisiones sobre los límites de la vida.  Recientemente se ha planteado la eutanasia en menores de edad. De hecho en una noticia publicada por CNN México y titulada: “Padres de niños enfermos terminales, a favor de la eutanasia en Bélgica” se plantea la posibilidad[1]. 

 

El artículo señala los dilemas qué enfrentan loa padres respecto a este tema.  Se apunta si es una cuestión de sólo principios, si es una cuestión de racionalidad de los menores, etc.

Algunos familiares y pediatras dicen que los niños que sufren dolores insoportables también tienen derecho a decir "basta"; esto supone qué la decisión recae en el que sufre y sólo él.

Edgar Morín, por otra parte, señala que “cuanto más se quiere ganar independencia, más es necesario pagarla mediante la dependencia. Así, nuestra autonomía material y espiritual de seres humanos depende, no solamente de alimentos materiales, sino también de alimentos culturales, de un lenguaje, de un saber, de mil cosas técnicas y sociales. Cuanto más sea capaz nuestra cultura de permitirnos el conocimiento de culturas extranjeras y de culturas pasadas, más posibilidades tendrá nuestro espíritu de desarrollar su autonomía”[2].

Me parece qué la afirmación de Morin nos señala dos elementos qué tenemos qué resaltar cuando hablamos de autonomía en las decisiones del paciente en el ámbito clínico:

$11)      La respuesta (ética) de qué puedo yo decidir respecto a mi persona es considerar la naturaleza biológica qué estamos interviniendo, con los efectos que tendrá en el ámbito de mi acción (cultura).

$12)      Las decisiones éticas implican la naturaleza biológica mas no se reducen a ella misma.

En cuanto al primer tópico, es ilusorio qué la decisión autónoma, de por ejemplo, someterme a una cirugía agresiva y/o riesgosa, depende sólo de qué pienso o deseo. Cuándo consideramos con atención una decisión de este tipo, solemos considerar los efectos sobre mí y los demás, ¿quedaré peor que antes? ¿Cómo afectará esto mi relación con los demás? ¿tengo responsabilidades personales (sociales) qué me permitan tomar el riesgo o no? … etc. Lo qué quiere mostrarse con estas preguntas es que la decisión autónoma no es el capricho del Yo racional qué decide sobre el mundo, sino de un yo-relacionado con el mundo, qué para tomar la mejor decisión posible, tendrá que considerar el bien (no sólo el bienestar) qué generé su acción.

Llevado a nuestro tema, la decisión de no someterse a tratamientos insoportables o de acortar la vida por medio de una intervención médica nos obliga a preguntarnos lo anterior. No basta afirmar qué hay dolor insoportables, sino qué implica en el entorno biopsicosocial del niño. La noticia hace una alusión a esta idea cuando señala:  “… La enfermera de cuidados paliativos, Sonja Develter, especializada en el cuidado de fin de vida de los niños, dice que entre los 200 niños que ella cuidó hasta su muerte, ella nunca conoció a un niño que le pidiera morir rápidamente. <<La principal preocupación de los niños es siempre para la familia>>, dijo. <<Es difícil para un niño, porque él siente que está escapando, pero él no puede decir a sus padres porque no es eso lo que ellos quieren oír>>".

En cuanto al segundo aspecto qué quiero resaltar es qué por supuesto, no podemos desligarnos de nuestra biología, dependemos de ella para tomar decisiones éticas. Acaso, ¿alguien no ha tenido, por mencionar algún caso, tener qué abstenerse del café porque le genera hipertensión?  Lo anterior nos lleva en consecuencia a entender qué la mayoría de las decisiones éticas que implican dilemas de qué valores tutelar requieren un pensamiento dispuesto a revisar todos los niveles posibles de respuesta aún a costa, cómo es connatural del hombre a equivocarse y admitir el error.



[2] “El pensamiento ecologizado”. Gazeta de Antropología, 1996, 12, artículo 01  En: http://hdl.handle.net/10481/13582 (Consultado el 10 de febrero de 2014).

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