El cerebro del hombre y de la mujer
EL CEREBRO DEL HOMBRE Y LA MUJER
Catherine Vidal no dice que no exista diferencia entre hombres y mujeres. De hecho, explica que la reproducción sexual involucra sistemas hormonales y comportamientos sociales controlados por el cerebro, que implican que este órgano no sea idéntico en ambos sexos. Sin embargo, según ella, esas diferencias no existen en el plano cognitivo.
“Se decía que las mujeres eran mejores en tareas múltiples, porque los dos hemisferios de su cerebro estaban mejor conectados. Esas afirmaciones se fundaban en la observación de cerebros en formol, en experimentos hechos en 1982. Hoy, observando cerebros vivos por resonancia magnética, vemos que los hemisferios de hombres y mujeres están conectados de la misma manera”, cuenta.
Entonces, ¿cumplir con tareas múltiples se aprende?
Cuando se dice que las mujeres son multitarea, en realidad es que lo son sobre todo en la casa, porque asean, cocinan, ven a los niños. La realidad es que todo el mundo es multitarea. Todos hacemos varias cosas a la vez, pero transformamos una condición a la que se obliga por presión social a las mujeres (trabajar y hacerse cargo de la casa) en una capacidad cerebral, cuando no tiene nada que ver con eso. Es simplemente el resultado de una presión cultural y social por cumplir en los dos ámbitos, que los hombres no sufren.
¿Y eso de que el hemisferio izquierdo corresponde más a las emociones y que está más desarrollado en las mujeres?
Antes se pensaba que funciones como la emoción, la razón, la orientación en el espacio y el lenguaje estaban en una región precisa del cerebro. Ahora sabemos, por ejemplo, que no existen solo dos áreas en el hemisferio izquierdo para el lenguaje, sino que hay una decena de regiones cerebrales del lenguaje a la izquierda y a la derecha. Y sabemos que la producción del lenguaje y su comprensión requieren la movilización de todas esas regiones y que entre estas hay un intercambio de información permanente. Ya no estamos en la visión de que una región equivale a una función. Una función requiere la acción de numerosas regiones cerebrales, así que ya no podemos decir que existe el área de las emociones.
Usted dice que, al observarlos, no se puede distinguir entre un cerebro femenino y uno masculino...
Es imposible. Cuando uno mira la anatomía del córtex, es extremadamente diferente entre todos los individuos, sea cual sea su sexo.
¿Qué opina de la idea de que el instinto materno tiene que ver con la secreción de oxitocina, conocida como la hormona de la lactancia?
El problema de ese discurso es que no está comprobado por observaciones en humanos. Investigaciones con ratones muestran que cuando nacen las crías la hembra se ocupa de ellas. Hay comportamientos de cuidado de la cría completamente programados por la genética y las hormonas. Que eso se dé en roedores, perros y gatos es una cosa, pero también hay que darse cuenta de que existen numerosas especies en que eso no ocurre. No hay una regla universal. Y cuando hablamos del cerebro humano, cambiamos completamente la manera de concebir las cosas, porque es único, con un córtex que se desarrolló enormemente.
Esa evolución excepcional del córtex hace que, aparte de tener funciones cognitivas únicas, el ser humano pueda controlar sus comportamientos más instintivos. “Razonamos mediante representaciones mentales fruto de estrategias inteligentes que no dependen en absoluto de las hormonas”, dice Vidal. Y da un ejemplo: el hambre es instintiva y está regulada genéticamente y por hormonas, para la supervivencia de la especie. “Sin embargo –agrega–, una persona puede hacer una huelga de hambre por ideas políticas. Eso demuestra que controla sus instintos. Con el instinto materno ocurre lo mismo: está controlado por la cultura. No existe una regla universal con hormonas como la oxitocina, que harían que todas las mujeres estén programadas para tener instinto materno. Eso no existe. El comportamiento humano es mucho más rico que el de un ratón”.
La riqueza humana
Cerebro y género han marcado los libros de Vidal. Los dos últimos se titulan Hombres, mujeres: ¿Tenemos el mismo cerebro? y ¿Tienen las niñas un cerebro hecho para las matemáticas? Su fascinación por la neurobiología parece venir de su interés por la diversidad. “El funcionamiento del cerebro es muy complejo. Las explicaciones simplistas, como las que dicen que hombres y mujeres son distintos, solo pueden ser falsas. Lo que muestran la sociología y la antropología es que la identidad sexual se construye en función de las normas de lo masculino y lo femenino que establecen las sociedades. La biología no basta para hacer a un hombre o a una mujer”, concluye.
Tomado de:
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