ÉTICA SOCIAL

Autor: Dr. José Enrique Gómez Álvarez.

Solidaridad es una cuestión de empatía, no de utilidad

“Cuando Cayden Taipalus, un alumno de 8 años de edad de la escuela primaria Challenger, vio a uno de sus compañeros de estudios comiendo un humilde sándwich de queso durante el almuerzo en lugar de una plato caliente, pensó que había que hacer algo (…)

Cayden organizó una colecta de fondos para pagar almuerzos calientes, un lujo que no se pueden permitir varios de sus compañeros de estudios (…) Taipalus ha recaudado alrededor de 25.000 dólares para subvencionar las cuentas de los almuerzos de los estudiantes de bajos ingresos a través de FundRazr, lo que ha permitido que se sirvan 8.000 comidas calientes a precios reducidos, accesibles para estos alumnos[1]”.

Unos de los mitos de la versión actual neoclásica de la economía, es qué la creación de riqueza, por sí y por medio del mercado, permite la distribución de los bienes por sí sola. Mentiras. No basta crear riqueza, hay necesidad de distribuirla adecuadamente y proporcionalmente. Incluso indicadores de supuesta eliminación de pobreza en México, se usan criterios, cómo de ingreso mínimo para considerarse de clase media[2], o lo que es peor se utiliza un criterio de calorías por día, para sostener qué así ya no hay malnutrición. No es así, el criterio para atender los problemas alimentarios son de naturaleza de salud pública: hay que intervenir en el mercado, educar,  proporcionar opciones de alimentación y ser todos responsables de ello. No hay un camino simple de recta económica, sino de solidaridad desde todas las perspectivas.