LA CRISIS SILENCIOSA
Estamos en medio de una crisis de proporciones gigantescas y de enorme gravedad a nivel mundial. No, no me refiero a la crisis económica global que comenzó a principios del año 2008… No, en realidad me refiero a una crisis que pasa prácticamente inadvertida, como un cáncer. Me refiero a una crisis que, con el tiempo, puede llegar a ser mucho más perjudicial para el futuro de la democracia: la crisis mundial en materia de educación.
Se están produciendo cambios drásticos en aquello que las sociedades democráticas enseñan a sus jóvenes, pero son cambios que aún no se sometieron a un análisis a fondo. Sedientos de dinero, los estados nacionales y sus sistemas de educación están descartando sin advertirlo ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva la democracia. Si esta tendencia se prolonga, las naciones de todo el mundo en breve producirán generaciones enteras de máquinas utilitarias, en lugar de ciudadanos cabales con la capacidad de pensar por sí mismos, poseer una mirada crítica sobre las tradiciones y comprender la importancia de los logros y los sufrimientos ajenos. El futuro de la democracia a escala mundial pende de un hilo.
Ahora bien, ¿cuáles son esos cambios tan drásticos? En casi todas las naciones del mundo se están erradicando las asignaturas y las carreras relacionadas con las artes, las humanidades y la filosofía, tanto a nivel primario y secundario como a nivel terciario y universitario. Concebidas como ornamentos inútiles por quienes definen las políticas estatales en un momento en que las naciones deben eliminar todo lo que no tenga ninguna utilidad para ser competitivas en el mercado global, estas carreras y asignaturas pierden terreno a gran velocidad en los programas curriculares…. Ello ha dejado atrás la importancia de la rigurosidad del pensamiento crítico frente a países que optan por la rentabilidad a corto plazo mediante el cultivo de capacidades utilitarias, aptas para generar renta… En ningún momento hemos deliberado acerca de estos cambios ni los hemos elegido a conciencia, pero aun así, cada vez limitan más nuestro futuro….
La idea de rentabilidad convence a numerosos dirigentes de que la ciencia y la tecnología son fundamentales para la salud de sus naciones en el futuro. Si bien no hay nada que objetarle a la buena calidad educativa en materia de ciencia y tecnología, me preocupa que otras capacidades igualmente fundamentales corren el riesgo de perderse en el trajín de la competitividad, pues son capacidades vitales para la democracia y la creación de una cultura internacional digna que pueda afrontar de manera constructiva los problemas más acuciantes del mundo… Nos referimos a la capacidad de desarrollar un pensamiento crítico; la capacidad para trascender tradiciones y lealtades nacionales y la capacidad para el ejercicio de la ciudadanía frente a situaciones de injusticia.
Nussbaum, Martha C. (2010), “La crisis silenciosa”, en Sin fines de lucro, ¿por qué la democracia necesita de las humanidades?, Buenos Aires, Katz, pp. 19-26.
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