Cien años de vida y noventa de la antropoética de Edgar Morin
Jorge Colorado Lanestosa
Las revoluciones científico-tecnológicas experimentadas por nuestra sociedad-mundo, acaecidas desde los albores del siglo XX, han detonado múltiples contradicciones en la sociedad - mundo y una crisis en la moralidad cotidiana: vandalismo, secuestros, asesinatos, tráfico de migrantes, suicidios, corrupción gubernamental, pornografía infantil, tráfico de órganos, etc. En los medios de comunicación, mucho se habla de “crisis de valores” y “fracaso educativo”; los gobiernos del mundo impulsan modelos educativos para formar ciudadanos en los valores morales tradicionales, como tolerancia, responsabilidad, solidaridad, entre otros, incluyendo en los planes de estudio asignaturas como ética, axiología, civismo, con el afán, se dice, de formar ciudadanos críticos, solidarios, comprometidos y responsables, sin mayor éxito.
Las reorganizaciones genéticas, un proceso metacognitivo
Frente a la complejidad de estos problemas, son escasos los pensadores contemporáneos con un saber cosmovisivo y alumbrador; por ello, son esperanzadoras las aportaciones teóricas del pensador planetario de altos vuelos cogitativos: Edgar Morin.
En décadas de desarrollo metacognitivo, que iniciaron a sus escasos diez años de existencia, cuando le ocurrió aquel “Hiroshima interior” que significó la precoz muerte de su madre, Morin ha construido una ética compleja producto de diversas reorganizaciones genéticas (Mis demonios, 1995).
Repasemos algunas: su primera concepción del mundo que emerge de su diálogo con la cultura (cine, literatura, música, teatro); filosofía hegeliano - marxista, (integración de verdades aisladas, contradicciones, duda); ruptura con el racionalismo hegeliano - marxista (abandono de “las artimañas de la razón”, la “razón imperial” (Leopoldo Zea); consolidación de una ética de la resistencia; diagnósticos del subdesarrollo de nuestra civilización desarrollada; autonomía política y propuesta de una antropolítica (Introducción a una política del hombre, 1965); elaboración de una biología compleja del sujeto, “mi aportación más personal en La Méthode” (La vida de la vida, 1983); que trata de la organización que da origen a su novedoso macro concepto de auto-eco-organización, de extraordinario valor heurístico.
Continuando con las reorganizaciones genéticas: una epistemología compleja que propugna el autoconocimiento, el conocimiento del conocimiento y la reintroducción del sujeto -observador/concebidor- en la construcción de todo conocimiento; los tres principios fundamentales del pensamiento complejo: dialógico, recursivo y hologramático; complejización de la antropología (El paradigma perdido, 1973), designada por Morin como una antropo-bio-cosmología, esclarecedora de la ética compleja y devenida antropoética, en la que el hombre genérico, “pastor de las nucleoproteínas”, adquiere interioridad, subjetividad, irracionalidad, juego y éxtasis, y engendra su original propuesta del homo sapiens demens.
El milenario proceso evolutivo de la hominización a la humanización deviene en una ética realista: la ética compleja (Ética, 2004) integrada por: autoética, socioética y antropoética. Esta propuesta encumbra a nuestro homenajeado autor al Olimpo del conocimiento humano, al prescribir, como vía para la metamorfosis de la humanidad, el desarrollo de una conciencia y ética planetarias (Tierra - Patria, 1993; Ética, 2004); singular propuesta que lo hermana, desde la laicidad, con la “ética mundial” del gran teólogo católico Hans Küng.
La racionalidad clásica engendró una ética clásica de gran valor filosófico, como la de Kant con sus imperativos categóricos y su pregunta ¿qué es el hombre? -que inaugura la antropología filosófica-, pero sin referentes en una antropología compleja, como la de E. Morin; de allí la relevancia de la ética compleja, esclarecida por la antropología compleja, que revela la complejidad de las interacciones constitutivas de la condición humana; por lo que no es una ética formalista, absolutista, utilitarista o relativista, ni una ética aplicada para resolver dilemas ético, sino que vincula dialógicamente cultura, biología compleja, epistemología compleja y antropología compleja, dimensiones de las que emerge el sujeto hipercomplejo. Veamos ahora la máxima expresión de la ética compleja: la antropoética.
La antropoética, una ética del género humano, de la comprensión humana, para resistir la crueldad del mundo
La antropoética es una ética del género humano, esclarecida por la antropología compleja moriniana (filosófica-científica-cultural), que emerge de la tríada humana del individuo - sociedad - especie, que supera dialógicamente a las éticas humanistas formalistas, aprioristas y abstractas, vacías de contenido y angelical, por ser difícil de encarnar, que expone un ideal ético humano contextualizado por la ecología de la acción. Para mayor claridad y comprensión, más que definir, es importante caracterizar la antropoética:
• A partir de la enseñanza de la condición humana, uno de los siete saberes necesarios para la educación del futuro, desarrolla una ética de la comprensión humana que revela los valores fundamentales de responsabilidad, fraternidad y solidaridad.
• Promueve una dialógica entre imperativos éticos contradictorios, para generar lazos de solidaridad entre las tres entidades de la tríada antropológica, y de ésta con todas las especies que habitan nuestra Tierra - Patria.
• Ante la crisis planetaria, propone “asumir la condición humana”, la “identidad terrenal”, la “ciudadanía planetaria” y “el destino planetario del género humano”; por lo que es un humanismo planetario.
• Es una ética planetaria, que responde a la falta de una “ética de la comunidad humana”, a la vez que respeta las éticas nacionales al integrarlas en el contexto de la globalización tecnocientífica y económica.
• Mantiene una apertura al contexto, a la historia y la unidiversidad del sujeto moral complejo, coadyuvando a tomar decisiones morales válidas para lo social, lo biológico y terrestre.
• Es inacabada e imperfecta, sujeta al devenir de la realidad histórica y la vida que le otorgan sentido.
• Fomenta el diálogo de saberes, más allá las clasificaciones disciplinarias, tales como: biología, sociología, antropología, historia, filosofía, arte, religión, saberes de las comunidades tradicionales.
• Es una ética para individuos responsables, solidarios, autodeterminados, con el único imperativo ético de religarse con el prójimo, la comunidad, la especie y hasta el caosmos.
• La antropoética crea un fecundo espacio comunicativo y reflexivo para enfrentar eficazmente las incertidumbres que emanan del “principio de incertidumbre ética.
• El sujeto de la antropoética es hipercomplejo, el cual tiene como deber vital impulsar las reformas de la educación, el pensamiento y la vida, para lograr salir de la edad de hierro planetaria y lograr la metamorfosis de la sociedad, y por fin alcanzar auténticamente el estatus de humanidad.
En este breve texto revelo momentos esenciales de la historia intelectual y de vida, binomio indisoluble, del centenario pensador planetario Edgar Morin, que posibilitaron su proceso metacognitivo para establecer vínculos conceptuales entre diversos saberes, para así construir el pensamiento complejo, “cerebro de la complejidad” (Pomposo), mismo que logra su concreción en la ética compleja de la comprensión humano. Ésta, afirma Morin, es “una ética del bucle de los tres términos individuo-sociedad-especie, de donde surgen nuestra conciencia y nuestro espíritu propiamente humano. Esa es la base para enseñar la ética venidera.” (Morin, 1999, p. 10).
Vivimos tiempos extremadamente complejos y amenazadores para la vida en nuestra Tierra - Patria, por lo que la antropoética se constituye en una ética de urgencia (como también advierte Savater), para reducir el poder del dinero y el afán de lucro; reconocer la superioridad de la calidad sobre la cantidad, el ser sobre el tener; conciliar autonomía y comunidad; y recuperar la poesía de la vida, que propicie el habitar poéticamente sobre la tierra (Hölderlin). Lo contrario, representa seguir caminando, irresponsablemente, hacia la destrucción del planeta, en tanto ser vivo, incluida la especie homo sapiens demens; lo cual no es una alternativa responsable y racional, sino el fin de la historia y la utopía humana.
Finalmente, nuestro laureado pensador, Edgar Morin, confía y prescribe que la antropoética puede guiar la educación desde la Universidad, ya que se inscribe en el pensamiento complejo, en tanto cosmovisión fundada en la ciencia, la conciencia y la praxis, iluminada, como faro en la inmensidad del vasto océano, por una filosofía con razón ecuménica que integra en estrecho haz la cultura y la naturaleza. ¡Felicidades, Salud y vida plena son mis mejores deseos para un titán del pensamiento humano, Don Edgar Morin, al cumplir cien años de vida ejemplar ¡
Bibliografía
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Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Paris, Francia:
UNESCO.
Morin, E. (2005). Mis demonios (2ª ed.). Barcelona, España: Kairós
Morin, E. (2008). Introducción al Pensamiento Complejo (1ª ed., 8ª. Reimp.). Barcelona,
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Morin, E. (2009). El método 6. Ética (2ª ed.). Madrid, España: Cátedra
Morin, E. (2010). Mi camino. La vida y la obra del padre del pensamiento complejo (1ª ed.).
Barcelona, España: Gedisa.
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