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SEXUALIDAD NO REPRODUCTIVA

¿Producto solo de la hipercomplejidad humana?

Autor: Dr. José Enrique Gómez Álvarez.

“Ellos también regalan flores a ellas” es el título de una nota de El Mundo qué explica ciertos comportamientos descubiertos en los delfines, qué sugieren la mera superación del “instinto”[1].

 

Aquí se plantea una pregunta interesante: ¿Proyectamos nosotros nuestra sexualidad en el mundo animal buscando su inteligibilidad para nosotros? O de un modo sencillo, ¿nos engañamos? En materia de sexo, debido sobre todo a la fuerte carga cultural en Occidente, suponemos qué los animales sólo se aparean.  De hecho el mismo Morin resalta esta “peculiaridad” humana:

“El onirismo y eros (en los animales circunscrito al período de celo) se desbordan. El orgasmo de sapiens es, en general, mucho más violento, convulsivo, profundo y espasmódico que el de cualquiera de los primates. Además, el hombre busca con fruición, mediante la toma de hierbas, licores y drogas, y a través de fiestas, danzas y ritos, entrar en estados de excitación, de entusiasmo, de paroxismo y de éxtasis”.

Se ha estudiado desde mediados del siglo pasado, con una mayor precisión a los animales no humanos, con la idea de resaltar o descubrir si hay patrones qué podríamos llamar “culturales”. . Se ha tratado de determinar su inteligencia, o al menos, sí tenemos indicios de “inteligencia animal”. El debate no ha concluido. Sin embargo, hay que notar que existen paralelismo entre los humanos (animales igual) con otras especies. Parce ser qué el desarrollo del cerebro es claro indicador de esa emergencia en la acción del animal. Pero, insistiendo, ¿no es esto una sobreinterpretación? Señala la noticia:

“Las flores como táctica de seducción no son una exclusiva humana. Lori Marino, neurocientífica de la Universidad de Emory (Atlanta, EEUU) y experta en el comportamiento de los delfines, ha constatado que antes de iniciar el cortejo los machos pasan horas buscando el trozo de alga más frondoso que ofrecer a su pretendida. Previamente a su entrega, realizan una serie de malabares pasándoselo entre la nariz, las aletas y la cola. Si a la hembra le convence, acepta el ramo, y comienzan los preliminares de hasta una hora para un acto sexual de segundos. La brevedad no extraña, pues conquistan a varias hembras en un mismo día. Son, junto a humanos y chimpancés, una de las pocas especies que practica sexo con otra finalidad que la reproductiva”[2].

Aunque queda claro, qué los hombres interactuamos con lo biológico y lo cultural de modo, que se vuelven causas recursivas, ¿cómo podemos identificar esto en os animales no humanos de modo qué no resulte en una sobre interpretación?

 Quizás una posible salida sea analizarlos en diferentes dimensiones, análogamente, a lo qué hacemos con nosotros y tratar de descubrir pautas qué dejen abierta la posibilidad de entender (nos) dentro del mundo “natural”.



[1]  http://www.elmundo.es/cronica/2014/02/08/52f625ace2704e697a8b4573.html (Consultado el 12 de febrero de 2014).

[2] Ibid. El subrayado es mío. ¿no son esas ideas de cortejo y “pretendida”, extrapolaciones demedidas?

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